viernes, 15 de marzo de 2013

Condiciones

El problema son los condicionales. Si no existieran uno sería mucho más feliz. Si uno no tuviera siempre en la cabeza frases como “debería funcionar bien” o “debería ser más fácil” o “con esto debería andar”, entonces las cosas serían distintas. Estoy segura de que la persona que inventó el nombre ya se había dado cuenta de la calamidad que estaba nombrando. Nunca los condicionales fueron buenos. Si uno no estuviera condicionado por un resultado, cualquier resultado le vendría bien y lo sorprendería. Si uno no pensara que debería funcionar, no le frustraría tanto que no funcione y lo pondría mucho más contento el simple hecho de hacer algo.
Ninguna condición es buena. Por eso se valoran tanto frases como “te lo presto sin condiciones” o “un amor incondicional”. Uno sería mucho más libre si viviera sin pensar en condicional, se viviría mucho mejor si uno no se detuviera a pensar “que pasaría si” o “y entonces que”. Todavía no estoy segura de si uno piensa esas cosas por el bien propio o el ajeno, aunque a veces creo que es difícil notar la diferencia. Siempre es mucho más fácil y menos egoísta pensar que uno hace las cosas por lo demás, se siente mejor, más altruista. Y ni hablar de que así uno ya sabe de antemano a quien echarle la culpa si las cosas no salen como planeado.
Volviendo a los condicionales, no sólo los terminados en “ia” son despreciables, también las cláusulas condicionales dejan mucho que desear. “Si terminas el colegio, te compro un auto”; “si digo esto, me va a perdonar”, “si hago esto, me va a querer”… frases que le sacan sentido a la acción en sí. Uno deja de concentrarse en la acción para enfocarse sólo en el resultado final. Uno termina haciendo las cosas por lo motivos equivocados. O “te lo presto, si no lo rompes”. Mi hermana usaba siempre esa frase y me sacaba de quicio. ¿En serio pensaba que lo iba a romper a propósito? ¿Y dónde se ha visto que me ponga una condición que es ajena a mí? Demás está decir que no lo voy a romper intencionalmente (aunque con tremenda condición casi se lo merecería) pero …¿y si se rompe? ¿Me lo despresta? ¿Para que poner una condición que no condiciona nada? Salvo mi tranquilidad, claro. “Te lo presto, pero no me lo ensucies” Si pensás que te lo voy a ensuciar a propósito, ni me lo prestes. O prestás sin condiciones, o no prestás. O das sin condiciones, o no das.


Silvina Ocampo dijo: “Las desilusiones me gustaban, y me gustan, porque cuando algo resulta distinto, aún cuando se trate de una decepción, siento que me sumerjo en un mundo desconocido”.
Ni mi lado más acérrimamente positivo puede verle el gusto a las desilusiones, aunque debo confesar que me dió un poco de envidia que alguien pueda tomárselas de esa manera.

1 comentario:

Mar dijo...

Me gustó mucho este post!!