domingo, 7 de septiembre de 2014

"El mundo iluminado" Ángeles Mastretta

"Los conversadores"
Yo vengo de un tiempo humano, cada vez más remoto, en el que conversar era el don, el privilegio y la costumbre más encomiable. No sé si ese tiempo tuvo un lugar o si a lo largo de los siglos estamos distribuidos, aquí y allá, los habitantes de su espacio. (...)

"Adelantos de la propia muerte"
(...) Si algo nos rebela, más que nada, contra la muerte de quienes hemos querido, es la condición de indiferencia que el ir y venir del universo conserva mientras nuestro privadísimo cosmos se devasta con la pérdida. Pero aún nosotros, ateridos, seguimos caminando cuando mueren quienes más queremos, volvemos a comer, a soñar, a maldecir, a emocionarnos. Increíble traición, pero inevitable, volvemos incluso a ser felices. (...)
(...) Si hemos de fantasear con la muerte, mejor elegir la propia y elegirla remota, como la imagina todo el que vive, porque de otro modo no se podría vivir. Y de eso nada más se trata este asunto que nos tiene pendientes de cada amanecer y cada noche, llegando como un privilegio diario a tocarnos la frente para darnos permiso de seguir en la bendita lidia, como si hacerlo fuera mérito nuestro y no arbitraria generosidad del mundo que nos cobija.